La protesta de Red Bull contra George Russell en Canadá ha puesto de manifiesto un problema en el reglamento actual que resulta especialmente insatisfactorio para los aficionados
La decisión de Red Bull de impugnar el resultado del Gran Premio de Canadá ha suscitado numerosas críticas. El director del equipo Mercedes, Toto Wolff, la calificó de «mezquina» y «vergonzosa», y el largo retraso en la confirmación del resultado de la carrera también fue recibido con incomprensión por parte de los aficionados y los medios de comunicación.
Pasaron más de cinco horas y media hasta que la FIA confirmó oficialmente la victoria de George Russell, después de que los comisarios de carrera lo exoneraran de cualquier irregularidad. Para entonces, Max Verstappen ya había abandonado Canadá, sin esperar a que se le concediera la victoria en la mesa verde.
La protesta de Red Bull se centró en que Russell había conducido de forma «imprevisible» detrás del coche de seguridad y que su fuerte frenada debía considerarse «conducta antideportiva». Ambos argumentos fueron rechazados por los comisarios de carrera.
Sin embargo, el verdadero problema fue el enorme retraso, que es precisamente lo que plantea dudas sobre las normas de protesta en los resultados de las carreras.
Wolff criticó el momento en que se presentó la protesta durante el estreno de la película sobre la F1 en Nueva York y declaró a Sky Sports: «Pasaron dos horas antes de que Red Bull presentara la protesta, ellos son los únicos responsables. Es una mezquindad. Vienen con cláusulas extrañas. La FIA tiene que revisar esto, porque fue tan descabellado que la protesta fue desestimada».
Como era de esperar, el jefe del equipo Red Bull, Christian Horner, defendió la medida y declaró a la misma cadena: «Todos los equipos tienen derecho a hacerlo. Se puede presentar ante los comisarios de carrera, y eso es precisamente lo que hemos hecho. No me arrepiento en absoluto.
¿Quién tiene la culpa?
Los equipos tienen derecho a impugnar un resultado si consideran que se ha infringido un reglamento deportivo o si hay nuevas pruebas que los comisarios de carrera han pasado por alto.
Horner admitió que la protesta había costado 2000 euros y confesó que le había sorprendido que no se investigara automáticamente la conducción de Russell.
Tampoco era la primera protesta de Red Bull esta temporada. Ya en el Gran Premio de Miami, en mayo, el equipo acusó a Russell de no haber reducido lo suficiente en bandera amarilla, lo que también fue desestimado. Según Horner, Red Bull solo quería aclarar la interpretación de las normas.
Sin embargo, este tipo de protestas plantean cuestiones fundamentales sobre el reglamento de protestas. La multa de 2000 euros no es disuasoria. Así, cualquiera que quiera enviar un mensaje o cuestionar las normas puede hacerlo fácilmente, aunque existan otros canales menos laboriosos para ello.
Si esta tasa se aumentara considerablemente y se imputara, por ejemplo, al límite máximo del presupuesto, se evitarían las protestas frívolas.
Un mayor esfuerzo financiero haría que solo se presentaran protestas bien fundamentadas y se acelerara el proceso en su conjunto.
Una cuestión de recursos
En Canadá, la situación se complicó también por el gran número de incidentes que había que examinar. La norma dice que las protestas se tramitan por orden de presentación. La protesta de Red Bull, que no se presentó hasta dos horas después de cruzar la línea de meta, quedó por lo tanto al final de la cola.
Antes de Russell, los comisarios tuvieron que examinar los incidentes con Oliver Bearman, Lando Norris y Esteban Ocon, seguidos de otras siete supuestas infracciones del coche de seguridad.
Las largas esperas frustraron a todos los implicados. Los aficionados presentes en el circuito abandonaron las instalaciones sin claridad y muchos espectadores en Europa se fueron a la cama sin saber quién había ganado realmente la carrera. No fue una buena imagen para una serie que quiere aumentar su popularidad en Norteamérica.
Una posible solución sería que el Centro de Operaciones Remotas de Ginebra examinara las infracciones menos graves en paralelo y descargara de trabajo a los comisarios en la pista. Esto aceleraría los procesos de decisión. Otra posibilidad sería aumentar el número de comisarios de carrera; la FIA ya está trabajando para contratar más personal cualificado.
Una cosa es segura: hay que abordar urgentemente los largos retrasos en la confirmación de los resultados de las carreras. Si se convirtiera en la norma, sería una mala señal para todos los implicados.