Primero se averió el coche clásico, luego llegó la tormenta de nieve. El nuevo director de Sauber, Jonathan Wheatley, vivió una odisea de camino a Suiza
El primer viaje de Jonathan Wheatley a Suiza no fue nada habitual. No comenzó en un avión, sino en un coche clásico. Con su perro en el asiento del copiloto y un objetivo claro: Hinwil. Lo que no sospechaba era que el viaje en sí escribiría la primera historia, incluso antes de que comenzara el trabajo.
El coche se averió dos veces. En medio del camino. «Fui con un coche clásico, que se averió dos veces por el camino, con mi perro», contó recientemente con total tranquilidad durante la presentación del diseño de Audi para 2026. Para Wheathley, no fue un desastre, sino «una especie de rito de iniciación». Por si fuera poco, también se vio envuelto en una tormenta de nieve.
Impresionado por la vida en Suiza
Y entonces, tras las averías y la ventisca, llegó el nuevo jefe del equipo Sauber. «Llegué a este hermoso país», comentó Wheatley con entusiasmo. De repente: montañas, lagos y una tranquilidad asombrosa. Pero lo que realmente le sorprendió no fueron las imágenes de postal. «Vi a niños yendo solos al colegio, niños de ocho años sin sus padres».
Estas pequeñas observaciones cotidianas marcan su nueva vida. «Es casi como un sueño, y me encanta», admite. Ahora suele descubrir el país en bicicleta, lo que le ha llevado a otra conclusión. «Es un país en el que se puede ir en bicicleta con seguridad. Las carreteras están impecables». Son estos detalles los que marcan la diferencia para él.
Él mismo parece todavía un poco sorprendido por todo. «Me sorprendo a mí mismo pensando que realmente vivo aquí. Me encanta toda esta experiencia suiza», afirma el británico. El accidentado viaje parece haber sido el comienzo imperfecto perfecto para este nuevo capítulo.
Su colega Mattia Binotto, sentado a su lado, escuchaba todo esto con una sonrisa. Él también es nuevo en Suiza, pero su choque cultural personal fue de otra índole.
Cuando se le preguntó al italiano cuál había sido su mayor revelación, la respuesta fue breve y concisa. «Para mí, como italiano, lo más sorprendente es que empezamos a comer a las 11:30».
