Y, de repente, el socio del Hoffenheim se encuentra por primera vez frente al hombre que lo insultó y lo llamó «cabrón».
Este extraño suceso tuvo lugar el lunes de hace una semana. Se trata de un encuentro inesperado que habla por sí solo y que pone de manifiesto la curiosa situación y las relaciones de poder que existen en el TSG Hoffenheim.
Encuentro con Dietmar Hopp
A ambos directivos les había salido mal la lucha de poder que habían llevado al extremo por la influencia del agente de jugadores Roger Wittmann en las actividades diarias del TSG, la prohibición de acceso al estadio que se le impuso, el proceso judicial y, en última instancia, el cumplimiento del plazo para presentar un recurso.
Ese día, el mecenas y socio Dietmar Hopp tiene una cita con su socio y presidente del club, Jörg Albrecht, y con el director deportivo, Andreas Schicker. Probablemente se discutirá si se puede continuar y cómo, incluso con la dirección restante con Schicker y el jefe de marketing, Tim Jost.
Schicker, indeciso
Según se dice, la reunión a tres bandas debió de dar un giro totalmente inesperado, extraño y curioso al cabo de unos 20 minutos. Y es que, de repente, nada menos que Roger Wittmann entró en escena. A partir de ese momento, el antiguo alcalde de Sinsheim se sentó por primera vez frente al hombre que, según se había demostrado, lo había insultado y llamado «cabrón».
Ese hombre contra el que los aficionados protestarían masivamente unos días más tarde, entre otras cosas con una orden de búsqueda contra el «estafador Wittmann», y que ahora está tomando medidas legales y considera que el club no le ha protegido lo suficiente.
No es difícil imaginar la supuesta sorpresa y el estado de ánimo de Albrecht, ya que este incidente caracteriza y pone de manifiesto la imagen que Wittmann tiene de sí mismo y su influencia sobre Hopp y el TSG. Por último, también está presente Schicker, que fue un testigo clave en el juicio.
Y que ahora, tras la tentadora oferta del Red Bull Salzburgo, se debate entre si podrá continuar en el futuro con el proyecto iniciado y ahora en marcha en Kraichgau sin interferencias ni influencias, o si, dadas las circunstancias, ve desaparecer la base para una continuación próspera del trabajo.
La demostración de poder de Wittmann no podría haber sido más contundente, clara y descarada. En Hoffenheim no se deja de sorprenderse y asombrarse.




